En esta ocasión disfrutamos de dos noches y dos días de desconexión con residentes en Mallorca. La noche del viernes la compartimos con parejas y personas que vinieron a vivir la experiencia de forma individual, y la noche del sábado fue nuestra primera vez con familias.
Comenzamos la tarde con un recorrido por la finca del Monasterio de Miramar, familiarizarnos con el espacio, respirando aire puro y desconectando del ruido externo del día a día. El aperitivo aconteció en uno de los miradores mientras contemplamos como el sol desaparecía por el infinito del mar. Una vez conectados con el entorno, nos reunimos alrededor de la mesa para compartir el menú que nuestra Chef con mucho amor preparó con productos de temporada de la tierra mallorquina. Tras la cena nos trasladamos alrededor de la hoguera de fuego para tomar una infusión digestiva.
Cuando la noche cayó y el cielo se iluminó por las estrellas, llegó el turno de nuestro astrónomo Amador. Al día siguiente amanecimos con el sonido de los pájaros y de las ovejas, relajados y con la mente más despejada, listos para reponer fuerzas con el desayuno buffet campestre que estaba listo en la mesa.